lunes, 16 de mayo de 2011

Directivos y Poder

¿Cuál es el papel que juegan y/o jugamos  hoy los directivos en las escuelas? ¿Qué esperan de nosotros/as desde el Estado y/o desde la comunidad educativa? ¿Hay punto de acuerdo entre esos intereses? ¿A qué responden/mos los/as directivos/as la mayoría de las veces y a qué deberíamos responder realmente? ¿Hay una sola forma de llevar la tarea de dirección adelante? ¿Gozan/mos del consenso de la comunidad educativa? ¿Los equipos directivos trabajan/mos en equipo?
Hacemos todas estas preguntas para empezar a discutir el tema del poder en el sistema educativo y en las escuelas, y aprovechamos la circunstancia de que actualmente cientos de compañeros pugnan por cargos directivos en los concursos para presentar algunas reflexiones al respecto.
No queremos enfocar el tema desde la aceptación acrítica de lo instituido sino justamente problematizarlo con el objetivo de disparar un debate franco y profundo con el conjunto de los trabajadores de la educación de nuestra provincia.
Si decimos que la estructura de nuestro sistema educativo es fuertemente jerárquica, que rige el principio de “obediencia debida”, y que los directivos son correas de transmisión de las resoluciones y directrices que emanan de la DGE, quizás estaríamos siendo injustos con honestos compañeras/os que dan peleas por desterrar estas prácticas a diario. Pero, ¿no son acaso las características predominantes en el sistema? Detengámonos a analizar que sucede en las escuelas en situaciones donde los trabajadores entramos en directa confrontación con el gobierno. Pongamos el caso de la implementación de la Ley Federal de Educación, ¿cuántos directivos fueron capaces de resistir la oleada reformadora? Están los que actuaron defendiendo la escuela pública y lucharon codo a codo con sus compañeros, y hoy tienen  la autoridad que surge de la lucha y la coherencia. Y están también los que mansamente acompañaron la reforma menemista y no sólo “no resisten el archivo” sino que tienen una autoridad bastante devaluada. ¿Y en los conflictos gremiales? Tenemos los que siguen considerándose trabajadores y adhieren a las huelgas y los que se creen “funcionarios” o “patrones de estancia” y son los primeros en estampar en el libro de firmas de los huelguistas “adherido al paro” a sabiendas de que eso implica importantes descuentos salariales. ¿Cuántos se ponen a la cabeza de los reclamos edilicios, sociales o comunitarios? Son casi siempre padres o alumnos y excepcionalmente docentes y directivos.
Esta dualidad de comportamientos tiene su explicación. El sistema es una picadora de carne. El díscolo, el rebelde, es sujeto de distintas formas de sanción,  tanto formales como informales. Nos atrevemos a decir que quizás sean estas últimas las que prevalezcan en esos casos. Se los condena a ellos y a las escuelas donde trabajan al aislamiento y a la marginación. Ser críticos, confrontar, y resistir las políticas educativas del gobierno tiene sus costos y todos lo sabemos. En cambio, la obediencia tiene premio. Toda una definición sobre el ideal de educación que plantea este gobierno que no es muy distinto al que formularon anteriores gestiones.

Patrones de estancia
Al interior de las escuelas, estos mecanismos disciplinadores se refuerzan. El poder está fuertemente concentrado, y los organismos institucionales que podrían llegar a contrarrestarlo están desactivados, tienen una existencia puramente formal, o conforman un brazo más del poder. Nos estamos refiriendo a los consejos de escuela, cooperadoras, centros de estudiantes, e incluso delegados sindicales. En este último caso, se hizo más palpable la situación desde que la conducción celeste del SUTE es uno de los principales aliados del Poder Ejecutivo provincial. Esto lleva que ante el menor conflicto que se presente, los militantes y delegados del oficialismo sindical argumentan como si fueran parte del gobierno en lugar de tomar partido por sus compañeros de trabajo. Más de una vez escuchamos delegados del SUTE decir “que querés si no hay plata” o ¿Cuánto querés ganar? ¿Cinco lucas? O cosas por el estilo.
En este contexto de ejercicio del poder sin contrapesos, los directivos actúan como “patrones de estancia” haciendo y deshaciendo a su antojo, e incluso implementando un régimen clientelar interno a través del uso totalmente discrecional de los fondos escolares, el otorgamiento de horas de proyecto y/o coordinaciones, y el  manejo de ciertas prebendas internas. Los beneficiarios de este régimen pasan a ser los que “se comprometen con la institución” y ciertamente son incondicionales de las autoridades. Lamentablemente, en algunas oportunidades, este régimen interno incorpora un sistema de delación que genera importantes rupturas en la convivencia escolar. Acá también se reproduce la misma lógica que se da a nivel de gobierno/escuela y el que se anima a hacer cuestionamientos se lo relega,  se lo margina, o le mandan a los asesores y coordinadores de área a observar clases o a exigirles tareas burocráticas de imposible cumplimiento con nuestras actuales condiciones de trabajo.
Los famosos equipos

La conformación de un equipo demanda acuerdos profundos en cuanto a valores, ideales escolares, y proyecto educativo. Sin embargo, en el actual sistema, no existen instancias previas ni mecanismos institucionales que propendan a esos fines. El famoso PEI lo elaboran directivos y asesores pedagógicos entre cuatro paredes y una vez presentado formalmente a supervisión, queda archivado y perdido.
Es muy difícil construir equipos si el acceso a los cargos de dirección, se realiza a título individual sin considerar en ningún caso la voluntad e interés de la comunidad educativa. Las tensiones y conflictos que habitualmente aparecen cuando colisionan las visiones escolares y ciertas características personales de las autoridades, no pueden ser resueltas en el marco de mecanismos institucionales medianamente democráticos. La última palabra siempre la tiene el/la director/ra. Prevalece la estructura vertical y jerárquica por encima de cualquier instancia de dialogo y consenso. De hecho, a quienes venimos transitando desde hace ya bastante tiempo los pasillos y las aulas de las escuelas nos cuesta encontrar ejemplos de verdaderos equipos de trabajo que manejen como mínimo lenguajes y criterios comunes.
Proyectos institucionales o proyectos personales 

Aún en el caso de escuelas que cuentan con equipos directivos medianamente consolidados, los proyectos institucionales no son el resultado de una laboriosa tarea de construcción colectiva junto con la comunidad educativa. Es prácticamente nula la participación de padres y alumnos, y en el mejor de los casos, se los involucra formalmente en el proyecto. Generalmente, para justificar esto, se apela a argumentos tales como “los padres no vienen a la escuela” “no les interesa” o “nadie se quiere comprometer”.
Desde nuestra visión, el problema central pasa por el tipo de participación que las escuelas ofrecen. En el caso de los padres, se restringe a la realización de actividades que tienen por único fin la generación de fondos adicionales a los insuficientes recursos que envía el gobierno. A los alumnos (especialmente en Educación media), el convite a participar solo se considera cuando existe pleno convencimiento (del directivo) de que el centro de estudiantes será funcional a sus objetivos y no pondrá en riesgo su control absoluto de la vida escolar.

      Debatir y construir poder

Una distribución más equitativa del poder institucional habilitaría la posibilidad de desarrollar otro tipo de dinámicas totalmente opuestas a las actuales.
Obviamente, quienes hoy detentan y usufructúan de los beneficios que les da el ejercicio del poder, no serán quienes propongan modificaciones. Gobierno, sindicato, y gran parte de los directivos actuales son acérrimos defensores del statu quo.
Desde la Agrupación Marrón, queremos instalar en toda la comunidad educativa este debate. Pretendemos que todos aquellos que hemos sido apartados de las decisiones trascendentales no solo en materia de política educativa, sino también en el ámbito institucional, pasemos a tener un nuevo protagonismo. Queremos construir poder para disputar la hegemonía en el terreno institucional, sindical y político. Un poder democrático que jerarquice la participación de cada uno de los sectores de la comunidad educativa. Queremos directivos que sigan considerándose trabajadores de la educación y no agachen la cabeza frente al autoritarismo.
Solo a los efectos de profundizar el debate, queremos presentar algunas propuestas
  • Democratización del gobierno escolar con representación de cada uno de los sectores de la comunidad educativa: padres, alumnos y trabajadores de la educación.
  • Generación de instancias dentro de las escuelas para que la comunidad debata colectivamente el proyecto institucional y que, como resultado de ese proceso, sea el conjunto de la comunidad educativa quienes decidan la elección del equipo (de dirección) más adecuado para llevar adelante el mismo.
  • Fortalecimiento de los organismos institucionales tales como Consejos Escolares, Centro de Estudiantes, Comisiones de Padres, etc. estableciendo espacios de participación mucho más amplios que los actuales
             Somos conscientes que la transformación profunda de las escuelas es imposible sin un proceso equivalente de cambio en el conjunto de la sociedad y es justamente por eso que el debate que estamos proponiendo excede lo estrictamente educativo. Los ejes de nuestra propuesta son sólo disparadores a los efectos de sacar a la luz ciertos problemas que permanecen latentes en nuestras escuelas y que queremos pensarlos junto con ustedes.
 
Mario López. Docente escuelas “Osvaldo Borghi”, Nieves del Aconcagua, y CENS 3 – 412. Integrante de la Agrupación Marrón “Maestra Silvia Nuñez”.
 

 

 

 

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